Las Ambiciosas

Las mujeres aquí retratadas son ejemplos de seres que arriesgaron todo para llegar al sitio que creían merecer y no tuvieron reparos en pagar el precio de soledad o tragedia que tal actitud implicaba. Jacqueline Kennedy, que engalanó la Casa Blanca, luego no tuvo reparo en abandonar el papel de casta viuda oficial que su poderosa nación le adjudicaba, y se decidió a asumir su propia vida.
Leni Riefenstashl, haciendo gala de una poderosa energía y con adversarios como Goebbels, llevó adelante su arte como cara visible del nazismo y aún después de la caída de éste. Igual ansia creativa movió los pasos de Isadora Duncan, más famosa por sus desnudos o su trágica muerte que por la obstinada defensa de sus objetivos. La inmortal María Callas recibió de su madre el mandato del arte, y no vaciló en aliarse a hombres poderosos para lograr un triunfo por más merecido. La ambición, una cualidad elogiada en los hombres, se le endilgó como un defecto.
Pero ellas siguen siendo referentes de firmeza y resolución.

C